domingo, 18 de octubre de 2015

PLANIFICACIÓN DEL ESTUDIO

     Si nuestros alumnos o hijos todavía no han confeccionado una planificación semanal para el curso, quizá ya va siendo hora de animarles a hacerlo. Ahora ya han empezado las extraescolares y ya van apareciendo los primeros parciales, controles, pruebas del trimestre que, a veces, les pillan despistados. Para evitar ir "apagando fuegos" es importante crear una buena planificación. 
     Los neurólogos (Tirapu et alii) consideran la planificación y organización de metas una de las ocho funciones ejecutivas básicas de nuestra mente. Para conseguir cualquier objetivo es fundamental tener una buena planificación. 
     VENTAJAS DE PLANIFICAR EL ESTUDIO:
  1. Se hacen explícitos los objetivos que se persiguen y se organizan, es decir, se prioriza.
  2. Se genera una rutina que aporta seguridad a los niños y adolescentes.
  3. La rutina crea hábito de estudio. Un hábito es una segunda naturaleza, por lo que las capacidades que un estudiante creía no poseer por sus características personales, se pueden adquirir a fuerza de empeñarse.
  4. Fomenta la responsabilidad y la autonomía.
  5. Cuando está bien planteada es motivadora porque no solo se reflejan en la planificación las actividades de estudio, sino también sus extraescolares o su tiempo de ocio dedicado a aquello que más les gusta. Saben que cuando acaben uno de los trabajos obligatorios-cumplan uno de sus objetivos- pueden dedicarse a lo que elijan.
  6. Plantearse objetivos y cumplirlos mejora la autoestima. Este hecho produce un efecto en espiral en el aprendizaje: cuanto más se aprende más crece la autoestima, cuanto más crece la autoestima más se aprende.
  7. Se convierten en observadores de su evolución -metacognición- y aprenden a organizarse en función de sus necesidades.
  8. Llevar al día el estudio reduce el estrés y evita bloqueos y conflictos.
  9. El estudiante se convierte en proactivo. Es capaz de anticipar los problemas que se le van a plantear y buscar soluciones.

     ¿Cómo podemos ayudar a que los estudiantes realicen una buena planificación?

  • La planificación debe ser personal e intransferible, con lo cual, cada estudiante debe realizar la suya, no la podemos hacer por ellos. Nosotros solo podemos animarlos a hacerla bien, explicarles sus ventajas, sentarnos con ellos y ayudarlos.
  • Para motivarlos a confeccionar su planificación y que no la vean como otra tarea aburrida podemos proponerles que elijan el formato que prefieran, el lugar donde la van a ubicar, si la van a adornar, si quieren que nuestra ayuda... 
  • Si ayudamos o supervisamos, no podemos intervenir demasiado puesto que ellos son los que tienen que planificarse y comprometerse con su organización y prioridades. Podemos hacer sugerencias de mejora pero han de saber que la última decisión es suya. Pueden hacer la planificación como quieran, pero han de cumplirla.
  • Se ha de tener en cuenta la edad del estudiante y el estilo de aprendizaje. Un niño de 7 años no se puede plantear pasarse cuatro horas seguidas estudiando al día, pero tampoco es realista que lo haga un estudiante de más edad con dificultades de atención, por ejemplo.
  • La planificación ha de ser flexible; si no funciona, se modifica.
  • También debe ser realista y reflejar, como ya hemos dicho, todas las tareas o actividades que no tengan que ver con el estudio propiamente dicho. Los objetivos de los estudiantes no son solamente aprobar una asignatura, sacar el curso o terminar una carrera, sino que tienen otras aficiones y facetas que han de cuidar porque les completan.
  • Si encuentran dificultades para plasmar una planificación a priori, les podemos sugerir que dejen un tiempo para "¿Qué he aprendido hoy?", "¿Qué tareas tengo que hacer?" y "¿Sobre qué me hablarán mañana?". Son espacios de tiempo básicos para repasar lo visto, hacer los ejercicios o trabajos que les han mandado en clase y hacerse una idea de lo que van a trabajar el día siguiente.
  • En cuanto a los formatos de planificación, algunos estudiantes prefieren confeccionar ellos mismos sus cuadrantes y decorarlos a su gusto, o no. 
      • Se puede utilizar un folio, papel cuadriculado, una cartulina o utilizar algún programa de ordenador.
      • Utilizar diferentes colores puede servir para distinguir actividades al primer golpe de vista.
      • También pueden optar por iconos que dibujen ellos mismos o que peguen.
      • Es interesante dejar espacio para imprevistos o colgar de la planificación un taco de notas autoadhesivas de colores para incluirlos.
      • Por supuesto, les podemos dar todo tipo de ideas que se nos ocurran como que escriban frases motivadoras o que copien citas que les gusten para aumentar el atractivo de la planificación.
      • Si el estudiante no tiene ganas de realizar este trabajo, puede comprar cuadrantes preparados o hacer una búsqueda simple en Internet e imprimirse la que más le convenga.

     Podéis tener una visión más general sobre la motivación para el estudio y el aprovechamiento del tiempo en una entrada anterior de este blog: "Así ayudamos a nuestros hijos a estudiar".
    Las posibilidades son múltiples. ¿Nos cuentas tus estrategias?

lunes, 12 de octubre de 2015

RESPONSABILIDAD

     El Diccionario de la RAE define a la persona responsable como aquella que "pone atención en lo que hace o decide". Todos los padres y docentes pretendemos conseguir que nuestros hijos y alumnos actúen de esa manera; sin embargo, a veces, no les damos ocasión y si se la damos y se equivocan o les sale mal aquello que emprendieron con responsabilidad, les reprochamos su fallo. Volvamos a la definición y observemos que no dice que aunque alguien ponga atención en lo que hace o decide, ello tenga que salir bien necesariamente. De hecho, cuando nosotros, los adultos, hacemos cosas con atención y decidimos previa reflexión, tampoco tenemos el éxito garantizado, también nos equivocamos. En esos momentos necesitamos más comprensión porque es más difícil de asumir un fallo cuando creemos que hemos hecho las cosas como debíamos y sentimos la tentación de no volver a esforzarnos.

     ¿Cuáles son las claves para que nuestros hijos y alumnos se comporten de forma responsable?

  • Autonomía. Si queremos que nuestros hijos hagan cosas por sí mismos, les tenemos que dejar hacerlas. Por supuesto, tendremos en cuenta su edad y sus capacidades. Podemos empezar con fomentar la responsabilidad con sus cosas (juguetes, material del colegio, ropa, habitación...) y hacerla extensiva a la colaboración en tareas en casa. Desde pequeños les podemos permitir que tomen pequeñas decisiones y asuman sus consecuencias naturales, así verán la importancia de prestar atención a lo que hacen y deciden. Serán responsables.
  • Confianza. Es absolutamente necesario que sepan que confiamos en ellos. Cuando les hemos explicado lo que está bien y lo que está mal es muy efectivo decirles que sabemos que elegirán correctamente porque son dignos de confianza, inteligentes y buenos. Así saben que eso es lo que esperamos de ellos y se esforzarán en seguir ese camino. Cuando fallen, les escucharemos, les explicaremos nuestro punto de vista, la necesidad de que asuman ellos las consecuencias de sus actos y nuestra confianza en que la próxima vez lo harán mejor, además de ofrecer nuestra ayuda si la necesitan. Confiarán en los adultos y en ellos mismos y serán responsables.
  • Apoyo. Nuestra presencia siempre es necesaria aunque les dejemos cierta soltura. Tanto para mayores como para pequeños es básico, también para su confianza y seguridad, saber que nosotros les apoyamos. Les explicaremos que el hecho de que les pongamos límites no significa que no los apoyemos, más bien al contrario, somos sus aliados. En la relación entre padres o docentes y niños o adolescentes, puede ocurrir que se tenga la sensación de estar compitiendo a ver quién puede más, hay que evitarla porque por no ceder pueden hacer algo que realmente no es lo que quieren hacer. Es mucho más eficaz la colaboración que el enfrentamiento. Y serán responsables.
  • Reflexión. Desde que son pequeños se puede fomentar la capacidad de reflexión a través de cuestiones. Podemos animar a que nos den ellos las soluciones a los problemas que se les presentan. Cuando se trata de ellos, sus límites, suele funcionar muy bien invitarlos a que se pongan en el lugar de quien sufre las consecuencias de lo que ellos han hecho mal (se puede utilizar un cuento o una anécdota); son frecuencia ellos son más duros que nosotros consigo mismos. Además, les enseñamos a ser empáticos y serán responsables.
  • Ejemplo. Ya hemos tratado en otra ocasión la importancia de ser un buen ejemplo para nuestros hijos o alumnos (puedes leer la entrada "Un buen ejemplo"). Ellos aprenden por imitación y muy pronto se dan cuenta de las contradicciones entre lo que les decimos y lo que nosotros hacemos. Les tenemos que explicar que no somos infalibles, pero que nos esforzamos cada día en hacer las cosas lo mejor que sabemos, que somos constantes, que asumimos las consecuencias de nuestros actos... Serán responsables.
  • Reconocimiento. La mejor manera de conseguir que nuestros hijos y alumnos repitan algo que han hecho bien es reconocérselo. En muchas ocasiones solo nos fijamos en las malas conductas, en aquello que queremos corregir. Si esa es la manera que tienen de llamar nuestra atención, repetirán las malas conductas. También los adolescentes necesitan que les alabemos y reconozcamos aquello que hacen bien, de manera que vean con claridad cuál es el camino que hay que seguir. Ellos y los que están alrededor deben tener claro que la manera de acercarse a nosotros y conseguir nuestra atención positiva es haciendo las cosas bien. Si sus buenos actos no tienen ningún reconocimiento, dejarán de hacerlos. Educaremos en positivo y serán responsables.
Areté Educación


     Espero que encontréis utilidad en estas palabras y no dejéis de comentarnos vuestra visión, experiencia o vuestras dudas.

viernes, 9 de octubre de 2015

APRENDER SIEMPRE

     ¡Feliz fin de semana a todos!
     Este es un fin de semana largo para nuestros niños y adolescentes. Algunas familias lo aprovecharán para hacer planes. ¿Por qué no integrar alguno que sea educativo? ¿Por qué no aprovechar para mostrar que lo educativo puede ser lo más divertido?
     Quizás alguno de vosotros, padres, estáis pensando en que pensar algo educativo para vuestros hijos implica un trabajo extra o que les va a parecer aburrido y no van a querer participar, pero creemos que más bien puede ser al contrario.
     Pensar actividades para los niños os puede ayudar a conectar con ellos, a tenerlos entretenidos, a divertiros con ellos y a descansar de vuestras preocupaciones. No tiene por qué ser nada complicado. Además, podéis conseguir motivarlos para sus estudios si les hacéis ver que siempre se está aprendiendo algo nuevo, que lo que les enseñan en el colegio está relacionado con la realidad, que satisface la curiosidad propia del ser humano, que ayuda a crecer personalmente y a alcanzar las metas que uno se proponga en la vida... En definitiva, conseguiréis que conecten lo que les enseñan en la escuela con lo cotidiano y, por tanto, que tengan mayor interés cuando vayan a clase y que el esfuerzo del estudio sea más gratificante.
     ¿Cómo hacemos? Ya hemos apuntado que no tiene por qué ser nada complicado. Veamos algunas ideas:
  • Si sabemos qué están trabajando en clase podemos intentar conectarlo con coherencia, pero siempre de manera divertida.
  • Si conocemos sus preferencias, podemos darles una sorpresa con una actividad que sepamos que les va a entusiasmar.
  • Tendremos en cuenta las edades de nuestros hijos para que de verdad se diviertan con lo que hagamos. De hecho, los más mayores se sentirán más implicados si toman parte en la decisión o si pueden realizarla por su cuenta.
  • Un paseo por el campo o por un parque puede ser una excusa para hacer un herbario, averiguar nombres de plantas y animales, descubrir las características del ecosistema, de los climas, hablar de ecología...
  • Ese viaje que tenéis planeado se puede conectar fácilmente con la geografía y, si hacéis alguna visita podéis leer con los chicos los folletos que cuenten la historia de un lugar y situarlos en la época.
  • Conocer personajes de los lugares que visitamos o de nuestra ciudad que sirvan de modelo a nuestros chicos también puede ser interesante. No solo hablo de estudiar la vida de un premio Nobel, sino de investigar a ese deportista, actor, pintor, músico, científico, médico... y ver cómo ha llegado a conseguir el éxito y la plenitud en su profesión con esfuerzo y tesón.
  • Visitar museos, buscar actividades dirigidas a la edad de nuestros pequeños puede ser muy enriquecedor.
  • Ir al teatro, al cine, a un concierto y comentar con ellos lo que hemos visto o escuchado.
  • Hacer deporte juntos: salir en bici, apuntarse a una carrera solidaria, montar un partido de fútbol familiar con miembros de distintas edades... Demostrar que el ejercicio físico tiene múltiples beneficios en cuerpo y mente.
  • Contar historias, inventarlas con ellos. Escribirlas, hacer un dibujo, un collage... Fomentaremos su creatividad y su gusto por la comunicación en distintos lenguajes.
  • Proponer investigaciones, retos, como si fueran juegos y acompañarlos demostrando nuestro interés y entusiasmo a partes iguales.
  • Planificar las tareas del fin de semana y preguntarles sus propuestas para su organización y realización hace que se responsabilicen, aprendan a solucionar problemas cotidianos y usen su creatividad en un sentido práctico.
  • Hacer manualidades que les sirvan para conseguir algo que quieren, hacer un regalo o para decorar un espacio propio. Invitar a que nos ayuden en una actividad de bricolaje.
  • Cocinar lo que va a comer la familia les convertirá en mejores comedores, les dará a conocer distintos ingredientes y técnicas de trabajo.
  • Contar a nuestros hijos nuestras propias experiencias, cómo aprendimos nosotros determinados conceptos, cuáles eran los libros que leímos en la escuela que realmente nos gustaron, cuáles leímos por nuestra cuenta y nos sorprendieron, qué películas nos ayudaron a entender un proceso histórico, cómo descubrimos nuestra vocación o por qué disfrutamos tanto con esa afición que tenemos. 
     Serán grandes momentos compartidos que contribuirán a crear vínculos fuertes con nuestros hijos a la vez que ellos,  no solo aprenden, sino que encuentran gusto por aprender y se motivan para otros momentos en los que el estudio les requiera un esfuerzo mayor.
     Conoceremos mejor a nuestros hijos y les podremos ayudar y acompañar durante su crecimiento de manera que potenciemos sus talentos y minimicemos el impacto de las debilidades.
     ¿Quieres compartir con nosotros lo que vais a hacer vosotros? ¿Nos cuentas qué tal te ha ido con alguna actividad con tus hijos?

jueves, 1 de octubre de 2015

UN BUEN EJEMPLO

     Hace tiempo leí en un periódico un artículo sobre educación -cuyo autor, desgraciadamente, no recuerdo- que me hizo reflexionar. El artículo venía a decir que en estas cuestiones, los agentes nos culpábamos unos a otros de las carencias de la educación en nuestro país y, de este modo, dejábamos de asumir nuestra parte de responsabilidad, cosa que, evidentemente, empeora la situación. La sociedad culpa a los profesores, a los padres y a la administración; los profesores a los padres, a la administración y a los alumnos; los padres a los profesores y a la administración; los alumnos a los profesores, a los padres y a la sociedad. 
     Educar es una tarea de todos, no olvidemos el dicho: 
para educar a un niño hace falta toda la tribu.
     Todos conformamos la sociedad en que vivimos, que elige a las personas que crean las leyes educativas y gestionan la administración. Todos acompañamos o somos padres y, unos cuantos, tenemos responsabilidades docentes directas. Todos hacemos cosas estupendas y todos nos equivocamos. Pero tenemos que reivindicar la consciencia y la coherencia en nuestros actos. 
     En una reciente ponencia del periodista Carles Capdevila, habla, entre otros y con su sentido del humor tan necesario y reconfortante, del sentido del deber. Es ese sentido el que nos hace ser un buen ejemplo.
     No se trata solo de los padres, que son una parte fundamental en la configuración de la personalidad de sus hijos, sino también del resto de la sociedad. Podemos hacer que los niños y adolescentes que están creciendo se empapen de los grandes valores que deseamos y buscamos para nuestra sociedad empezando, a veces, con acciones muy pequeñas.
     Y es que se me ha ocurrido escribir esta entrada por una de esas cosas maravillosas que ocurren en las aulas. Ayer por la mañana, al entrar en una de mis clases de 1º de ESO, me agaché a recoger un papel que había en el suelo. Acto seguido, uno de los alumnos de primera fila se apresuró a tirar a la papelera un pañuelo que había al lado de su mesa. Yo solo comenté "¡Ah! Ya veo que realmente os gusta estar en un aula limpia". Todos miraron a su alrededor y algunos recogieron los papelitos que quedaban -por supuesto, muchos comentaron que no eran suyos, a lo que respondí que más valor tenía así su acción-. No le di más importancia, de hecho, lo olvidé, hasta esta misma mañana. Nada más cruzar el umbral de la puerta, ilusionados, me han hecho notar lo limpia que tenían la clase. Me han sacado una gran sonrisa y los he felicitado encarecidamente para que el reconocimiento de su buena acción sirva de motivación para mantenerla.
     Sabemos que esto no siempre ocurre así y no tiene siempre por qué funcionar. Sin embargo, el ejemplo es un arma poderorísima que va calando de forma lenta pero segura. Cuáles son las claves para que funcione:
  • Explicar la acción que queremos que sea copiada solo si es necesario y solo en positivo, sin culpabilizar a quien todavía no ha adquirido el hábito y sin personalizar. Si alguien, especialmente los niños y los adolescentes, se sienten ridiculizados, conseguiremos el efecto contrario.
  • Repetir la acción correcta siempre. Si damos mensajes contradictorios, no surtirá ningún efecto y, además, seremos ejemplo de falta de coherencia.
  • Reconocer y recompensar a los que actúan bien y obviar las conductas erróneas o indiferentes. Algunos querrán llamar la atención por no hacer caso o por provocarnos. Llamar la atención es la meta, si lo consiguen con la "mala acción" no la modificarán.
   Todo esto no significa que no debamos decir cuando se actúa mal, o que no tengamos que aplicar otras acciones correctivas en ocasiones; no obstante, seguro que nos ayuda a todos mucho.
    Para enseñar hay que saber, para educar hay que ser.