domingo, 28 de junio de 2015
PARA MUESTRA, UN BOTÓN
Quizá ya hacemos muchas de estas cosas en clase. Quizá en casa, con nuestros hijos ya buscamos algunas de estas reflexiones que se muestran en el siguiente documental. Quizá pensamos que esto solo es ficción. ¿Tú qué opinas?
¿UN SISTEMA QUE ABURRE A LOS ALUMNOS?
"No está en mis manos cambiar el sistema educativo" es una frase que nos repetimos padres y docentes cuando leemos, escuchamos o vivimos situaciones que nos hacen pensar que el sistema no funciona.
Como en todo lo demás, quizá cada uno de nosotros no tenga poder para cambiarlo todo de golpe, pero sí para cambiar un poquito en nuestro pequeño ámbito de actuación. Yo puedo pensar cómo quiero educar a mi hijo en casa; puedo buscar maneras de enseñar en mi aula que se ajusten a lo que yo pienso que es la educación:
Yo puedo cambiar mí sistema educativo.
sábado, 27 de junio de 2015
CLAVES PARA LA TAREA DE EDUCAR
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo
llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos,
esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas
cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue
tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de la
hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando,
pidió a su padre:
—¡Ayudame a mirar!
EDUARDO GALEANO. “La función del
arte/1”. El libro de los abrazos.
Aunque Eduardo Galeano se refiera en el texto al arte, a mí
me invita a reflexionar sobre la tarea de educar en general. Un padre que lleva
a descubrir la inmensidad a su hijo. Un mar que está más allá de las dificultades
y del esfuerzo, esperando. Desde la cumbre se ve en todo su esplendor; aun así,
una vez allí, el hijo se da cuenta de que todavía necesita la ayuda del padre.
Un padre cuya función es invitar, descubrir, acompañar, guiar, mostrar y
ayudar. El niño es el que tiene que tiene que aprehender. Y quien dice un padre
y un hijo, dice un profesor y su alumno.
Y, ¿cómo? ¿Cómo hago que los chicos a los que enseño quieran
venir a ver el mar? ¿Cómo les convenzo de que, una vez pasadas las dunas, allí
estará todo eso tan hermoso, que les hará sentirse plenos, mejores personas y
más sabios? ¿Cómo les haré saber que cuanto más aprendan más querrán aprender,
porque en la vida no se deja de aprender nunca?
No voy a decir que sea fácil ni inmediato, pero sí es maravilloso.
Tú tendrás tus propias maneras y cuando hayas logrado que un hijo o un alumno
se entusiasme con un aprendizaje, avance en su educación (de cualquier tipo, no
solo académica), reflexione y vaya creciendo como persona y como estudiante, te
habrás sentido pletórico. Por eso merece
la pena ser maestro (repito, no solo de enseñanzas académicas).
Aquí van cuatro claves:
·
Negociación. Si nuestro deseo es que nuestros
alumnos o hijos se responsabilicen de sus propios aprendizajes, hemos de darles
un margen de decisión. Eso no significa que ellos deciden lo que aprenden,
desde la más tierna infancia hay que imponer aprendizajes a los niños porque
sabemos que los necesitarán más adelante y que les harán la vida más fácil. El
niño se tiene que vestir para salir a la calle y tiene que ir aprendiendo a
hacerlo solo. Si se resiste me puedo pelear con él, gritarle, enfadarme si sale
con el disfraz de superhéroe o de princesa o buscar alternativas. Aquí entra la
negociación, el planteamiento de un problema que necesita una solución, una
solución que el pequeño o la pequeña nos pueden ayudar a encontrar. Podemos
ofrecer posibilidades que nos parezcan bien a nosotros (dos camisetas de
distintos colores para que elijan la que quieran, si se visten en la habitación
o en el baño). Todos, pero especialmente los más mayores, tienen que conocer
bien los límites y, seguramente, la negociación la plantearán ellos. La firmeza
es fundamental, habrá cosas negociables y cosas que no lo serán. Y en clase, si
tengo un temario que ni siquiera he decidido yo, ¿qué hago? Pedirles opinión
sobre varios tipos de actividades o si quieren que se les cuente uno u otro
ejemplo (que nosotros hemos seleccionado y que nos llevan a la comprensión del
mismo contenido). Puedes encontrar este tema un poco más desarrollado si pinchas en el enlace del blog Compass Educaccion.
·
Escucha activa. Va íntimamente ligado al
concepto anterior. No podemos negociar si no escuchamos, escuchamos de verdad.
Hay experiencias que demuestran que si dejamos que un niño de infantil
desarrolle la respuesta a una pregunta que le hemos hecho aunque al principio
nos haya parecido que no tenía nada que ver con lo que hemos preguntado, llega
a ser coherente. Los adolescentes, por su parte, están llenos de ideas, si
dejamos que las compartan con nosotros los entenderemos mejor y podremos estar
más en su “onda” para hacerles llegar aquello que les queremos enseñar.
·
Paciencia. Y resistencia o resilencia. Nada
vamos a lograr si no somos pacientes, constantes y resistimos. Además, si lo
somos, seremos ejemplo para nuestros aprendices, que también lo van a
necesitar.
·
Alegría. La preocupación por la educación, el
trabajo que conlleva ser educador nos puede apesadumbrar. Estamos haciendo todo
lo que podemos, o mejor que sabemos y, si no sabemos, preguntamos, nos
informamos, buscamos soluciones. Entonces, todo irá bien, obtendremos resultados,
estamos haciendo una gran tarea y esa es una gran satisfacción. El clima con el
que trabajamos es fundamental para conseguir aprendizajes y transmitir
seguridad y felicidad.
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